«Mamá, no tengo hambre…!», «Uff, estoy muy cansada no me apetece cenar…». ¿Cuántas veces os han dicho esto vuestr@s hij@s? ¿Cuantas veces, gimnastas, lo habéis dicho? Error. Hace años se relacionaba la gimnasia, especialmente la rítmica, con la mala alimentación, e incluso con los trastornos alimentarios. Afortunadamente esto ha cambiado: sabemos que para llevar a cabo cualquier actividad deportiva es necesaria una alimentación no sólo variada y equilibrada, sino ademas suficiente, es decir, que contenga todos los nutrientes que el cuerpo necesita.

Los profesionales del deporte lo saben y por eso vigilan muy de cerca su dieta. Pero los niñ@s que practican deporte habitualmente también tienen que hacerlo. No pueden, por ejemplo, llegar a casa después de un entrenamiento y no cenar… por muy cansad@s que estén.

La mayoría de nosotros conocemos los pilares básicos de una buena alimentación: cinco comidas al día, una dieta que incluya hidratos de carbono; la fibra y las vitaminas de frutas y verduras; las proteínas de carne, pescado, huevos… una buena hidratación. Pero además, l@s niñ@s deportistas no deben descuidar el aporte de hierro para evitar la fatiga y de calcio para desarrollar huesos fuertes.

Atención, gimnastas: los días en que vayáis a practicar deporte, cuidad más la alimentación. Lo ideal sería comer dos o tres horas antes, porque es más complicado moverse con el estómago lleno. Tampoco debéis comenzar la práctica deportiva sin nada en el estómago: os faltará energía. Para las competiciones, antes de empezar, evitad los alimentos con azúcar, porque engañan: parece que os dan más energía, pero cuando se pasa esa sensación, os hace sentir más cansad@s. Os recomendamos llevar algún aperitivo (y no sólo patatas fritas): ¿por qué no unas nueces, almendras o una fruta? Las barritas energéticas también están bien, pero siempre es mejor algo que no haya que desenvolver ;).

 

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